martes, 2 de julio de 2013

Los malos recuerdos

Ayer en la radio escuchaba que los políticos no se preocupan de sus cagadas y de sus mentiras, pues está comprobado que una noticia, por mala que sea para ellos, no dura más de 72 horas hasta ser enterrada por otras nuevas. Por lo tanto, no tienen de que preocuparse, pues saben que pronto se dejará de hablar de ellos y pasarán al olvido sin prácticamente consecuencias.
La memoria colectiva es frágil. Solo así se explica que Rajoy y su gobierno, cagada tras cagada sigan ahí como si nada. Si no olvidásemos las cosas, y en lugar de solaparse unas con otras, todas fueran sumando, probablemente hoy la Moncloa ya habría sido destruída pasto de las llamas.

Individualmente, supongo que la memoria funciona más o menos igual. Si miras atrás, normalmente recuerdas las buenas experiencias. Digo normalmente, porque a mi solo me pasa a veces por desgracia. A veces creo que es producto de la puta sinestesia, que se empeña en relacionar y cruzar sensaciones, con palabras u olores. Otras simplemente recuerda una mirada, un hecho concreto, un nombre. Basta muy poco para subir o bajar el ánimo en función de lo que se recuerda y de lo que se lleva guardado en el disco duro craneal. 

A veces sería mejor simplemente no recordar, vivir al día, sin el peso y el lastre a las espaldas de esos malos recuerdos. O tal vez ser optimista y recordar solo los buenos. No sé si te pasa (te digo a ti que ya tienes que estar aburrido para leerme), pero creo que cuanto más tiempo ha pasado de un mal recuerdo, más fácil lo borra la memoria selectiva, o lo transforma en bueno. Un mal recuerdo o experiencia puede ser un aprendizaje. Si algo no te mata te hace más fuerte. O no, o tal vez solo endurece un poco más el escudo. ¿Acaso no nos pasa eso también con los políticos? Nos han jodido tanto que ya nos da igual lo que hagan, ya ni protestamos. Así que supongo que hay cosas que es mejor aceptar que son así, que ocurrieron, que duelen y que solo tenemos dos opciones, revivirlas con dolor cada vez que se recuerdan, o tratar de archivarlas lo más profundo que podamos, para que no salgan nunca más a jodernos el día.

¿Y que conclusión sacamos de esta mierda que acabas de leer? pues aparte de que como no quieres deprimirte no volverás a entrar en mi blog... que sí, que un mal día lo tiene cualquiera. Hay recuerdos, momentos, visiones que parecían haberse desvanecido, pero siempre están ahí, dispuestas a recordarte que tu cerebro es un cabrón, al que le gusta torturarte guardando esas cosas que no sirven más que para provocarte dolor de espalda, nauseas y tics nerviosos en los párpados.